Descripción: mínima expresión de restaurante para traer la máxima expresión de la comida italiana a Madrid. Se trata de no más de 6 – 7 mesas y una pequeña cocina a la vista, regentada por un italiano con buena mano.
Qué comimos: probamos para compartir entre 8:
- caponata di melanzale: o pisto de berenjena, muy bueno
- burrata d´andria: buenísima, ideal para los amantes de este tipo de queso de leche de búfala.
- carpaccio de carne: sin ser fan de este plato (no fue idea mía pedirlo), la verdad es que está bien preparado y muy bueno de sabor.
- pizza capricciosa: muy buena. Masa ni fina ni gruesa, muy bien hecha.
Como principal probé la lasagna, que es mi plato preferido de la cocina italiana. Está buena, pero no es para morirse.
La Bodega: carta corta en tintos, con 3 referencias italianas, algo más larga en blancos y con 7 rosados italianos.
Los postres: pude probar il canolo siciliano, que es un canutillo de hojaldre relleno de crema (de queso de no sé qué tipo), maravilloso. Merece la pena venir al sitio sólo por este plato. Hay que ser goloso para que te guste eso sí. También probé la panna cotta, buena, y el tiramisu, del que tampoco soy fan, pero me gustó mucho.
Qué destaca: pues que se trata de cocina pura italiana, bien hecha. En general toda la comida está a un nivel muy alto y a buen precio. Y si eres goloso, el canutillo de crema está a otro nivel.
NOTA: actualizo tras una nueva visita al local, muy seguida a la primera, para incorporar unos chipirones realmente buenos como entrantes, recomendados por el dueño, los pappardelle ai fruti di mare, buenísimos, unos fagotti di formaggio y pera, riquísimos y como postre, una tarta casera, pastiana napolitana, buenísima. Todo ello, me hace darle sin duda la cuarta estrella Luisín. Actualizo también precio, ya que si vas sin mirar y aconsejado por el dueño (muy bien aconsejados eso sí), la cosa pasa de 35€, aunque veo muy difícil llegar a 40€.
Precio: 30€-40€